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LA DOLOROSA EXTIRPACIÓN DE WAK'AS EN TIEMPOS VIRREINALES

Foto do escritor: Adrián ILave IncaAdrián ILave Inca



“Si el Dios cristiano mandara matar a todos los indios que han adorado la huaca en el Perú, ¿Quien quedara con vida?”- Padre Avendaño.


En el Antiguo Testamento, el Libro de la Sabiduría desarrolla un análisis sobre el culto idolátrico, definen a la idolatría como “El veneno que impregna inevitablemente todas las facultades y actividades humanas”, “por que el culto de los abominables ídolos es principio, causa y fin de todo mal”, enunciado que fue utilizado por los extirpadores de idolatrías en nuestros territorios, y principalmente tomaron del Antiguo testamento “La imagen del dios terrible que envía castigos innumerables a todos los que no han tomado en cuenta sus reiteradas advertencias y amenazas”.

El Padre Avendaño en sus sermones manifestaba: “Quien podrá contar los castigos que impuso Dios a los hombres por que antiguamente adoraron a las Huacas? Oid Hijos : Dice la Sagrada Escritura que cuando los judíos adoraron al becerro mandó Moises, que era su caudillo, a los levitas que matase a todos los que habían adorado la huaca, y sin reparar que eran sus hermanos y parientes, mataron de una vez veinte y tres mil hombres: ¿que dices a esto indio? Si Dios mandara matar a todos los indios que han adorado la huaca en el Perú, ¿Quien quedara con vida?”.


En 1590 el padre Acosta en “Historia natural y moral de las indias”, manifiesta que existían dos grandes formas de idolatría: la natural dirigida a los cuerpos celestes, ríos, montañas, árboles, y la segunda la artificial o imaginativa, que era la adoración de objetos hechos por el hombre como estatuas, ídolos y el culto a los muertos.Para la concepción dogmática cristiana del siglo 16, nuestras expresiones espirituales se enmarcan en lo que denominaron “Teología Natural”, basados en la tesis de San Agustín y de Aristóteles.


Es así que el encargo del Papa al “Donar” nuestras tierras al Rey era la Evangelización la que finalmente se propuso extirpar lo que consideraron idolatrías. Pasadas las primeras décadas de la invasión, eliminada las encomiendas e impuesto los repartimientos y reducciones, con la necesidad de ir sistematizando el usufructo de recursos y mano de obra en condiciones de esclavitud, durante el siglo 16 se llevaron a cabo tres Concilios en la ciudad de Lima, cuyo objetivo principal era: “La evangelización de los naturales, estos concilios emitieron “Las normas y principios que habrían de regir el establecimiento y funcionamiento de las doctrinas de indios”, al igual que el accionar de los doctrineros y el “Control ideológico de la población indígena”.



En el año de 1545 el Arzobispo Loayza redacto un texto denominado: “La Instrucción”, que contenía los lineamientos elementales de la evangelización y principalmente de la extirpación de idolatrías, instruyendo entre otros puntos a la “Destrucción de monumentos paganos”, en el texto se delineaba las futuras “visitas de idolatrías”, con el enunciado: “Los doctrineros personalmente hieran por todos los pueblos del repartimiento y detenerse en cada pueblo seis u ocho días entendiendo si tienen guacas o otros lugares donde acostumbran hazer algunas ceremonias o ritos y deshacerlas y pondrán una cruz donde mejor les pareciere y en los días que allí estuvieren platicalles an de las cosas de nuestra santa fe”.

Los concilios emiten normas precisas que ordenaban: “La destrucción de las manifestaciones de la religión autóctona con el objeto de extirpar las idolatrías y agilizar la conversión de los indígenas, mandatos expresos para destruir, quemar ídolos, santuarios, y prohibir los cultos indígenas”, es decir, ordena la destrucción de las huacas: “Pues allende de ser contra ley natural, es en gran perjuicio e incentivo para volverse los ya cristianos con padres y hermanos infieles, y a los mismos infieles en grande estorbo para tornarse cristianos”, se ordena destruir los “templos y los ídolos”, las apachetas que se ubicaban en los pasos altos del camino, ordenaba el castigo a quienes practicaban el culto a los muertos ofrendando en los entierros, también sobre las fiestas, los ritos paganos y supersticiones, se ordena el encarcelamiento de los “idólatras” y se establece que el catecismo, los sermonarios y los confesionarios se elaboren en tres lenguas: Castellano, Quechua y Aymara.


El caso más conocido es el del extirpador es el de Francisco de Ávila quien escribió: “¿Yo propio no saque más de treynta mil ídolos por mis manos abrá treynta años de los pueblos del Corregimiento de Huarocherí, Yauyos, Xauxa, y Chaupihuaranccas, y otros Pueblos, y quemé más de tres mil cuerpos de difuntos que adoraban?”.


Se sabe que el padre de Ávila contaba con una biblioteca personal de más de tres mil libros, en su testamento inventariado dejó cuatro casas en lima, joyas y esclavos negros, bienes obtenidos:

“El dicho autor llegó al pueblo de San Felipe (¿provincia de Huarochirí?) Demás de eso les dijo que un visitador de la Santa Iglesia llamado doctor Ávila, y corregidor con color de decirle que son idólatras, les ha quitado mucha cantidad de oro y plata, y vestidos, y plumajes y otras galanterías, vestidos de cumbe, auasca, topos, camisetas, porongos, aquillas todo de plata y de oro, los cuales tenían para danzar y holgar en las fiestas y pascuas Corpus Criste del año, y se los ha llevado todo de los pobres indios”(Waman Poma).

Es a partir del análisis de los documentos hallados en los diferentes archivos, principalmente de visitas realizadas entre 1656 y 1663 del visitador Bernardo de Noboa en la zona de Cajatambo y otros documentos emitidos por otros visitadores en un periodo de 30 años, en la década de 1560 que se evidencia que las propiedades de las órdenes religiosas se incrementan, aumentando el número de clérigos, es así que el control de la mayoría de las doctrinas produjo un enfrentamiento entre los obispos y las órdenes religiosos, siendo este principalmente por:


“La disputa por el pago del diezmo de las propiedades de las órdenes, que estaban exentas del mismo y que atenuaban el crecimiento de la cuota del diezmo correspondiente a los obispados; y el control del poderoso recurso social y económico que eran las doctrinas de indios, que los religiosos se negaban a abandonar y someter a la completa visita de los Obispos”.


El aumento de las órdenes religiosas y clérigos, estos últimos a diferencia de los miembros de las órdenes religiosas, buscaban sustentarse a través de sus capellanías (parroquias de españoles cuyos miembros eran reducidos) y las “doctrinas de indios”, sin embargo habían más clérigos que “doctrinas de indios”, se sabe que para los años del III Concilio Limense existían más de 100 clérigos sin “doctrina” número que aumentaría a 300, en los siguientes 50 años, es así que entre las normativas emitidas en el Concilio Limense acordaron disminuir el número de “Indios por Doctrina”, en el concilio anterior se había fijado a 400 casados y demás de tasa, reduciéndose a 300 ó 200 casados, con lo que se aumentaría el número de doctrinas por repartimiento, generando “plazas” para los doctrineros, sin embargo estas medidas no se aplicaron inmediatamente, para el año 1593 se contabilizaron 219 doctrinas de las cuales 121 estaban a cargo de religiosos y 98 por clérigos, esta era la forma como se repartían lo que se puede considerar las fuentes de ingreso de la iglesia a partir de los abusos, cobros de tasas y derechos, trabajos no remunerados y explotación en general lo que significaba estar bajo la jurisdicción de una de esas doctrinas.


Para el año 1572 el Fr. Luis López, Provincial de San Agustín en Lima, sobre el estado de las doctrinas escribió:

“Pero vemos claramente que el (eclesiástico) más desgarrado y de peor ejemplo, por contentar a dos o tres del Cabildo o servir al Prelado, alcanza la mejor doctrina y de mejor salario y el bueno anda abatido y por esto a ninguno se le da nada sino todos se encomiendan a la buena ventura y el que más puede granjear y rescatar y volverse más presto a España rico, ese es el más hábil y así todo lo paga la doctrina de los pobres naturales". Estas doctrinas para el siglo XVII generan excedentes de entre 5 mil a 10 mil pesos al año, ingresos varias veces mayor del que recibían los repartimientos a los que estaban circunscritas las doctrinas, existen registros de actividades comerciales de los padres que negociaban con algodón, maíz, trigo, cebada, animales y otros productos, de los que se beneficiaban los curas, esta actividad económica estaba prohibida por la legislación canónica, sin embargo era muy normal, esto también generaba conflictos con los encomenderos que veían como sus “ingresos” disminuían con el avance de las doctrinas y la disminución de los miembros de las comunidades, esto es muestra del verdadero sentido de la “evangelización” el usufructo y el abuso.


Estas acciones de los curas doctrineros generaron muchos procesos en su contra argumentando precisamente los abusos y el enriquecimientos de los mismos y es así que para contrarrestar estos juicios se genera las “extirpación de idolatrías” con lo que los curas obtuvieron amplios poderes de seguir usufructuando el oro y las propiedades de nuestros antepasados acusándolos de Idólatras “En general se puede afirmar que las campañas de extirpación significaron para un amplio sector de curas de indios, una especie de contraataque frente a la avalancha de querellas judiciales que se les venía encima de parte de las comunidades”.


Las actividades del visitador Bernardo de Noboa lo llevaron a: “Lugares inhóspitos y de difícil acceso cerros, punas y despeñaderos peligrosísimos a donde iba guiado por los denunciantes en pos de los machayes, ídolos y adoratorios; volviendo a los pueblos seguía con los interrogatorios explicando por las mañanas y tardes los misterios de la fe a los indios y predicandoles contra los errores de la idolatría, llevaba a los reos consigo hasta obtener sus declaraciones; era su método favorito, aplicado desde los inicios al verse lejos ele sus tierras los indios sentían temor”, escribió Bernardo de Noboa: "Todo lo más de los indios de esta provincia son idólatras".



En el año de 1657 se presentó un juicio contra Noboa: “Era acusado por los indios de los cuatro pueblos de la doctrina Hacas, Machaca, Chilcas y Cochillas, representados por don Cristóbal Pomalivia, cacique y gobernador de Hacas, don Diego Julcaguamán y don Juan Julcaguamán, principales de Chilcas, quienes viajaron a Lima para el efecto, se le acusaba de no haber respetado las normas elementales en su afán por hallar idólatras, el visitador había recurrido a la tortura y a crueles maltratos que ocasionaron la muerte de tres personas: Hernando Acaspoma de Hacas, a quien azotó cruelmente y tuvo en el cepo, Cristóbal Acasmalqui y Pedro Paucar Lloclla. El visitador había llegado a los pueblos con memorias hechas y apresado sin juicio ni causa a los sospechosos a los cuales sacaba de sus pueblos y llevaba a su doctrina en donde los mantenía encerrados en la cárcel, sujetos a vejaciones, totalmente aislados, enfermos y en el cepo en la mayoría de los casos, Noboa, de su propia mano, había repartido con indecible brutalidad coces, palos, calabazadas, ojicones y puntillazos a los reos cuando no declaran o no encontraba los ídolos confesados por miedo”, así mismo se incluyó en la acusación: “El visitador confiscó cerca de trescientas cincuenta llamas en los cuatro pueblos, todas ellas con dueños conocidos so pretexto de que estaban dedicadas a las huacas; los indios interesados presentaron testimonios de cómo las habían adquirido, por herencia o compra. El visitador confiscó igualmente el contenido de los depósitos o colcas de las comunidades y otros bienes”.


Como parte del proceso iniciado contra Noboa, se obtuvieron las declaraciones de Sebastián Ramos y otros testigos oculares quienes dejaron las evidencias de los métodos que utilizaban los extirpadores de idolatrías:

“Esa noche, Noboa hizo traer a Otuco todos los cuerpos hallados en el Machay y los puso en la cárcel del pueblo, en total se habían hallado doscientos cadáveres. Luego los cuerpos de gentiles, que de éstos también se habían hallado en gran número fueron amontonados en la plaza del pueblo junto con algunas trompetas de cobre, ídolos, conopas y un caracol hallados en las cuevas. Reunido todo el pueblo y las autoridades, el vicario prendió fuego a cuerpos y objetos. Los indios contemplaron silenciosos, cómo ardían sus ancestros, las cenizas fueron arrojadas al río más cercano”.

El 9 de Junio de 1660 el Arzobispado sentenció a favor del Noboa y dio por efectivas las sentencias de idolatrías que emitiera, caso similar al del padre de Ávila que fue acusado por abusos y exculpado de todo cargo, legalizando la explotación de nuestros antepasados.

En Cusco el Eclesiástico de la diócesis Cristóbal de Albornoz para el año 1582 aproximadamente escribió la: “Instrucción para descubrir todas las guacas del piru y sus camayos y haciendas”, esta tenía la finalidad de: "Instruir a los curas extirpadores de idolatrías, informándoles acerca de las costumbres y ritos indígenas y enseñándoles la manera de rastrear y descubrir los santuarios y los ídolos ocultos, para destruirlos”, el mismo título hace mención de las “haciendas” es decir las riquezas de las Wakas, los investigadores postulan que este documento estaba dirigido al Virrey puesto que se alude la posibilidad de “Encontrar tesoros”, de los cuales la corona tendría derechos, Albornoz solicitó al Rey en 1585: "Particular comission para que yo pueda ocuparme y me ocupe en todo el dicho obispado del Cuzco y en sus comarcas en la extirpación de las dichas guacas e ydolos y reducción de los yndios dando sus reales cédulas para el dicho efecto y para que el birrei y las audiencias de aquellos reinos y los gobernadores y corregidores y otras justicias de a todo el fauor nezcesario”.


En un proceso llevada a cabo en un cabildo secular del Arzobispado de Lima Cristóbal de albornoz fue acusado: “Auia adquerido munchos bienes de las guacas que auia descubiertos y que ansi mismo auia tomado munchos bienes a yndios y otras personas donde auia visitado y que avia cometido otros delitos y que nunca auia sido rresidenciado y que sin satisfacer a las partes y a la justicia se queria yr a los Reynos de España”.

En la Instrucción de Albornoz en el primer capítulo aclara la condición de “conquistadores” de los Inkas, Albornoz haciendo el intento de comprender como los Inkas habían “Conquistado” a otros pueblos, manifiesta que: “Dio orden que las sustentasen con el orden que de antes”, ofreciéndoles a la Wakas ofrendas, esto es un hecho real comprobado por ejemplo en la Waka Antigua de Pachacamak, cuando los Inkas llegan realizan ofrendas a los ancestros de los Ychmas, sin embargo difícilmente el extirpador de idolatrías comprendería desde su mentalidad dogmatizada del siglo 16 el concepto de respeto por las creencias y espiritualidad de los pueblos con los que se realizaban alianzas.


Albornoz indica que los “yngas como subcedían los unos a los otros fueron inventando muchos géneros de guacas”, considerando que tenían una sucesión monárquica igual que los reinos en Europa y hoy pensamos que no fue así, los Inkas serian representantes de cada Panaka, como manifestó el profesor Franklin Pease, existían Inkas Paralelos y el nombre que adquirían era simbólico, fueron los cronistas que formaron una sucesión patrilineal de copiando el modelo europeo del invasor.


Albornoz desarrolla un listado de Wakas que los extirpadores deberán de identificar para destruirlas como reliquias del Inca, Primicias mama, Acapana, Yllapas o cuerpos enbalsamados, Apachita, Ormaychico, Pacariscas, Gualparirco, Uilca, Guacanqui, Machacuay, Uzno, todas estas costumbres originarias observados bajo la interpretación de una mentalizada dogmatizada greco romana cristiana, realizó un listado de los meses del año, un listado de Wakas que título:

“Memoria de las guacas generales que ay dende/ Cuzco hasta Quito, sin las particulares que cada provincia tiene y de las de Hacari hasta Lima, valle del Cuzco y Vertientes dél”.

El extirpador luego de realizar una detallada relación de Wakas anotó:

“Después de savidos los nombres de las guacas y de los lugares, no se an de satisfazer sin verlos por los ojos e allí deshazerlas, si no fueren portátiles, para que delante del pueblo se quemen. Porque la comunidad tiene en poco la guaca que una vez fue vencida, que llaman ellos atisca. Ase de quemar con todas la reliquias de los bestidos que se hallaren, porque a una sola sembría adorarán si la ven ques semilla del diablo”.

Así mismo se han hallado similitudes en los Textos de Albornoz y Waman Poma, este último lo menciona en su Crónica y lo cataloga como “Buen Visitador” infiriendo con esta declaración que el cronista estaba de acuerdo con la “extirpación” mas no con los métodos que algunos extirpadores tenían, tal es el caso del Francisco de Ávila, a quien el cronista si critica, al parecer Waman Poma acompañó a Albornoz en las campañas de extirpación de donde habría tomado datos que escribe en su crónica.

Otro detalle que encontramos en la “instrucción” de Albornoz, es que al referirse a la “provincia de Ychma” refiere que Pachacamak es la “Guaca principal” manifestando que era “una zorra de oro que estaba en un cerro” y una “zorra muerta que estaba en la puerta de la dicha pachacamac”, este dato de la zorra lo manifiesta también Garcilaso de la vega quien escribió sus Comentarios al menos 2 décadas después, revisando las relaciones dejadas por Hernando Pizarro y Miguel de Estete, quienes fueron los primeros invasores en llegar a Pachacamak, estos no mencionan ninguna Zorra, centran toda su atención en el oro y en el “ídolo” al que le asignaron cualidades de “oráculo” similares al del Delfos griego.

En Lima el Padre Pablo de Arriaga escribió “Extirpación de la Idolatría en el Pirú”, el que se imprimió en el año de 1621, El Padre Arriaga relata así lo que era nuestras costumbres originarias y para él las idolatrías a extirpar: “En conclusión para hazer concepto del miserable estado en que están, y de la necesidad extrema que tienen de remedio, y la facilidad y gusto con que le admiten, no es menester otro testimonio más que ver vn día de las exhibiciones, que es quando todos juntos traen todos los instrumentos de su idolatría. Parece vn día de Iuicio, están repartidos en la placa por Ayllos, y parcialidades, tienen consigo los cuerpos secos, y enteros de sus antepasados, que en los llanos llaman Munaos, y en la sierra Malquis, y los cuerpos que han sacado de la Iglesia, que parece que los vivos, y los muertos vienen a Iuicio, traen todas sus Huacas particulares y los ministros mayores las Huacas comunes, a quien servían los vnos y los otros con las ofrendas que tenían para ellas, los vestidos con q'hazían las fiestas, los plumajes con que se adornaban, las ollas, cántaros, y vasos de diversas maneras para hazer la chicha, y para bevella, y ofrecella a las Huacas, las trompetas de ordinario de cobre, y algunas vezes de plata, y caracoles muy grandes, y otros instrumentos con que convocaban a las fiestas, grande suma de tamborinos”.


Dejó así por escrito lo que por medio del abuso que le otorgaba la fuerza hacían los extirpadores de idolatrías con los elementos y Mallquis que formaban parte de la expresión de la cosmovisión y espiritualidad originaria: “Quando el Visitador examina a cada vno de por sí escrive lo que cada vno dize que tiene destas cosas, y este día llamados por su orden van exhibiendo lo que dixeron que tenían. Todo lo que se puede quemar, se quema luego, y lo demás se haze pedaços”.

A manera de resumen el padre Arriaga anota:

“Diré sólo por mayor, sumando lo particular de todos los pueblos de la primera visita, que se hizo desde Febrero del año pasado de mil seiscientos y diez y siete, hasta Iulio de mil y seiscientos y diez y ocho. Son cinco mil seiscientos y noventa y quatro, personas las que se an confessado, seiscientos y setenta y nueve, ministros de idolatría, los que se an descubierto, y penitenciado por tales, seyscientos, y tres Huacas principales, que se les an quitado, y tres mil quatro cientos y diez y ocho Conopas, quarenta y cinco Mamazaras, y otras tantas Conopas, ciento, y ochenta y nueve Huancas (estos son diferentes de las Huacas) seyscientos y diez y siete Malquis, y los Brujos que se castigaron, en los llanos sesenta y tres, las cunas, que se quemaron, ni otras cosas, en que tienen mil supersticiones, que todas se an quemado”.


Desde el punto de vista dogmatizado del Padre Arriaga relata lo que para nosotros es la cosmovisión científica natural de los abuelos y abuelas: “En muchas partes (especialmente de la sierra) adoran al Sol, con nombre de Punchao, que significa el día, y también debaxo de su propio nombre Inti. Y también a la Luna, que es Quilla, y a alguna Esstrella: especialmente a Oncoy (que son las siete cabrillas) adorar a Líbiac que es el rayo, es muy ordinario en la sierra” y sobre la costumbre de honrar a los ancestros: “Después destas Huacas de piedra la mayor veneración es la de sus Malquis, que en los llanos llaman Munaos que son los huessos, o cuerpos enteros de sus progenitores gentiles, que ellos dizen que son hijos de las Huacas, los quales tienen en los campos en lugares muy apartados, en los Machays q' son sus sepulturas antiguas, y algunas vezes los tienen adornados con camisetas muy costosas, o de plumas de diversos colores, o de cumbi. Tienen estos Malquis sus particulares Sacerdotes, y ministros, y les ofrecen los mismos sacrificios, y hazen las mismas fiestas que a las Huacas. Y suelen tener, con ellos los instrumentos, de que ellos vsavan en vida, las mugeres vsos, y maçorcas de algodón hilado, y los hombres las tacllas, o lampas con que labravan el campo, o las armas con que peleavan. En estos Malquis, como también en las Huacas, tiene su baxilla para dalles de comer, y bever, que son mates, y vasos vnos de varro, otros de madera, y algunas vezes de plata, y conchas de la mar”.


Al finalizar las “Visitas” dejaban estas ordenanzas a manera de advertencias: “Primeramente si de aquí adelante algún Indio, o India bolviere a reincidir en la Idolatría, adorando Huacas, Cerros, o al Rayo, Sol, Luna, y Estrellas, o hiziese algunas de las ceremonias antiguas de su gentilidad; el Cura, o Vicario que fuere de esta Dotrina escribirá la causa, substanciándola, y la remitirá al Illustríssimo Señor o a su Provisor con los culpados para que la sentencie; por quanto conviene que su Señoría Illustríssima sea sabidor de los relapsos, para que ponga el remedio conveniente, y si fuere el relapso Hechizero ministro de Idolatría se guardará esta constitución con mayor cuidado”, “De aquí adelante ningún Indio, ny India se llamará con nombre de las Huacas, ny del Rayo: y assí no se podrá llamar Curi, Manco, Missa, Chacpa, Ny Líbiac ny Santiago, sino Diego; y al que a su hijo pusiere alguno de estos nombres le serán dados cien açotes por las calles, y el Cura, y Vicario de esta Dotrina procederá contra él, como contra relapso en la Idolatría, y a los que hasta aquí se han llamado con algunos de los dichos nombres mando se los quiten, y se acomoden a llamarse con otros sobre nombres, de los Españoles, o de Santos”…..“ cuando cogen las sementeras, no baylarán el bayle que llaman Ayrihua, que es atando vnas maçorcas de maíz en vn palo, baylando con ellas, ny el bayle que llaman Ayja, ny Huanca, ny tañerán con las Succhas, y al que quebrantara esta constitución, le serán dados cien açotes, y estará preso vna semana en la cárcel”.


Ya terminó la época de la extirpación, ahora es nuestro deber reconstruir y unir los pedazos de nuestra espiritualidad andina.


Créditos al autor

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