Siempre que pensamos en el mundo inca lo imaginamos desde otras perspectivas. A veces lo idealizamos tanto que nos olvidamos de la vida diara que podrían haber pasado, sus gustos rutinarios o hasta quizás sus manías que toda sociedad tiene.
La sociedad andina en general y especialmente la inca, tenía una gran obsesión por andar bien presentable. Expelir humores, oler mal, ir mal vestido o hasta no llevar el peinado adecuado, podría hacerte ganar una burla popular o hasta castigos. La limpieza era una regla general en el Abya Yala (América originaria) y en el Tawantinsuyu era penada con azotes si eras enemigo del agua. Los cabellos también eran alvo de estas reglas y habían muchas normas de look dictadas por el gobierno central, quien exigía cumplirlas "so pena de castigo".
En lo que respecta al tejido era por lo tanto, la principal carta de presentación. Si bien un runa común y silvestre no podía acceder a la sofisticación de un tejido kunpi de la alta sociedad, tenía que andar bien limpio y con la ropa lavada. Lo mismo para los más altos cargos. Pero entonces ¿qué pasaba cuando se te rompía algún acessório de tejido? ¿por acaso harían lo mismo que hoy, el poner un parche y listo? Sabemos que hoy inclusive la gente que invierte millones em un vestido de alta costura, siendo este maltratado no lo vuelven a usar o lo revenden. Ya el resto de la gente les ponen un parchecito o algunos agrandan el hueco en sinónimo de audacia o rebeldia.
Pero, ¿qué nos cuenta la historia?
El Inca Garcilaso nos comenta:
"Ovidado se me había decir cómo remienda la gente común su ropa, que es de notar. Si la ropa de su vestir o cualquiera otra de su servicio se le rompe no por vejez sino por accidente, que se la rompa algún garrancho o se la queme alguna centella de fuego u otra desgracia semejante, la toman, y con una aguja hecha de una espina (que no supieron hacerlas de metal) y una hebra de hilo del mismo color y del mismo grueso de la ropa, la vuelven a tejer, pasando primero los hilos de la urdiembre por los mismos hilos rotos, y volviendo por los de la trama quince o veinte hilos a una parte y a otra más adelante de lo roto, donde los cortaban y volvían con el mismo hilo, cruzando y tejiendo siempre la trama con la urdiembre y la urdiembre con la trama, de manera que, hecho el remiendo, parecía no haber sido roto. Y aunque fuese la rotura como la palma de la mano y mayor, la remendaban como se ha dicho, sirviéndose de bastidor de la boca de una olla o de una calabaza partida por medio, para que la tela estuviese tirante y pareja.
Reíanse del remendar de los españoles; verdad sea que es diferente tejido el de los indios; y la ropa española no sufre aquella manera de remendar.""
¿Qué les pareció? el gusto incaico por la buena apariencia por lo visto era primordial antes que pasar una tremenda verguenza. La ropa demostraba identidad, elegancia y estatus y un vestido roto rompería también la dignidad de quien lo lleva y de su familia. ¿Te habías imaginado asi a la gente en el Tawantinsuyu?
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Tupananchiscama
Adrián ILave Inca
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